viernes, 22 de agosto de 2014

SE FALLAN LOS PREMIOS DEL II CERTAMEN DE MICRORRELATOS FERIA DE AGOSTO DE GUAREÑA

El jueves 21 de agosto, reunido el Jurado convocado al efecto para dirimir el Fallo de los Premios del II Certamen de Microrrelatos Feria de Agosto de Guareña, se hace público el mismo:

-CATEGORÍA DE HASTA 12 AÑOS: Desierta
-CATEGORÍA DE ENTRE 13 Y 17 AÑOS: Desierta
-CATEGORÍA DE 18 AÑOS EN ADELANTE:  
Obra ganadora: “La Maqueta” por Microrretales, pseudónimo de Francésc Barberá Pascual
Ganador de un premio sorpresa valorado en 120 € y Diploma acreditativo.
1º Finalista con Diploma Acreditativo: “La Venganza”, por Kranke
2º Finalista con Diploma Acreditativo: “Vómito”, por Walamares
Mención Especial del Jurado por su reflejo fiel y sensible de la realidad socioeconómica del país, con Diploma Acreditativo: “Un buen empleo” por Daniel Martín.

El Jurado quiere resaltar la enorme calidad de la totalidad de las obras presentadas, así como dar las gracias por su interés a tod@s l@s participantes y la enhorabuena al Ganador.

Os dejamos aquí las obras ganadora y finalistas

"La Maqueta" de Francésc Barberá Pascual.

Papá lleva veinte años construyendo una maqueta. Su obsesión ha llegado a tal límite que reproduce fielmente cada detalle de la ciudad. Si el vecino decide pintar la fachada de su casa de otro color, papá corre a la tienda a comprar el mismo tono de pintura. Mamá está harta. Ayer se fue de casa. Después de buscarla durante todo el día, al final la encontramos en la estación. A través de la lupa pudimos ver cómo se despedía de nosotros mientras subía las maletas al tren.

"La Venganza" de Francisco J. Sánchez García
Cuando Carlos se levantó para ir al Instituto su estómago bullía de hambre. El día anterior no había comido pues murió Kranke, el perrito de su hermana Andrea, y hubo que incinerarlo. Ya murió aquel maldito perro que no le dejaba dormir, que mordisqueaba su guitarra y sembraba de pelos su ropa. Muchas patadas le propinó a aquel jodido animal.
Tampoco había cenado (botellón, madrugada, bronca) así es que se preparó el desayuno.
Encontró el Colacao guardado en un estante y, somnoliento, añadió dos cucharadas a la leche. Aquella ceremonia le devolvió a su infancia. Se sentía en paz con aquella tibieza humeante y sin los molestos gruñidos del perro.
Cuando le dio el primer sorbo no le gustó demasiado. “Han cambiado la receta del Cacao”, pensó. Terminó de beber la leche y decidió oler el envase por si estaba en mal estado. Abrió la tapa roja y olfateó el contenido.
El Colacao apestaba así es que, asqueado, decidió tirarlo.
Mientras el polvo caía sobre el cubo de basura apareció en la puerta su hermanita Andrea, que al ver la escena, corrió hacia su hermano llorando de rabia:
_ ¡Kranke, pobrecito! Lo has tirado a la basura. Te odio.

"Vómito" de Sergio López Vidal

La Ana infante vomita el sofá, devolviendo con afectado esfuerzo el alimento engullido.Ana,la madre, sujeta la frente de la pequeña, y desea que el maldito sofá se bañe, se embadurne, se ahogue , se pudra con el torrente lechoso, que hace presa en la boquita de la otra Ana. Seca el sudor de la angustia atragantada. Y como cascada de maná recibe, Ana mamá,  en su pecho la  bocanada liberada de un paliativo vómito. No hay asco. Hay descanso. Fundidas en el manchado sofá,  Ana y Ana .El amor huele a agrio.

"Un buen empleo" de Roberto Guillén Alonso

Pese a sus indudables logros académicos, Daniel no podía elegir. La situación le obligaba a valorar cualquier oferta de empleo, y le llamó la atención una que, como casi todas, estaba encabezada por una o varias palabras en inglés. Rezaba simplemente “Scarecrow”. No se especificaba la naturaleza del trabajo, pero por el lugar debía ser tranquilo.
Acudió el día indicado. Tras varias horas de tren, se encontró en un campo de centeno grande como un océano; el cereal se extendía hasta el borde del horizonte. Daniel se sintió un tanto desasosegado por el denso silencio, alterado sólo por el rumor del centeno mecido por la brisa. Un sombrío y callado capataz le acompañó hasta su lugar de trabajo. Un punto en la lejanía se fue agrandando hasta convertirse en una tosca cruz de madera.
Daniel lo comprendió.
Le encasquetaron un basto sombrero de paja y, dócilmente, se dejó atar a la cruz.

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